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INTRODUCCIÓN

Dados los avances en el tratamiento de los pacientes oncológicos que se están aplicando en los últimos años y el consiguiente incremento de la supervivencia de estos pacientes, cada vez son más los subsidiarios de recibir tratamiento radioterápico sobre las lesiones metastásicas.  Se considera que el 30-40% de los pacientes tratados, en nuestro medio, en un Servicio de Oncología Radioterápica son con intención paliativa.  Estos pacientes constituyen un grupo heterogéneo con diferentes histologías, extensión de la enfermedad, expectativa de vida y estado general.  La radioterapia con intención paliativa constituye un tratamiento de primer orden para ellos, intentando mejorar su calidad de vida, ya sea en solitario o asociada a otros tratamientos, médicos, quirúrgicos o intervencionistas.

 

El planteamiento paliativo lleva implícito el objetivo del tratamiento: aliviar los síntomas del paciente oncológico sin intentar la curación del mismo.  Por tanto, dicho planteamiento debe preceder a la toma de decisión de la pauta de irradiación, de la definición del volumen blanco y de la dosis a administrar, además de intentar simplificar la técnica de irradiación y minimizar la toxicidad, sobre todo aguda, del tratamiento radioterápico.

 

Es necesaria sobre todo la optimización en el manejo al final de la vida. Un análisis realizado por Guadagnolo1 demuestra que uno de cada 5 pacientes recibe tratamiento con radioterapia en sus últimos 30 días de vida, y de esos días, emplea generalmente más de 10 en recibir el tratamiento. Esto nos debe hacer reflexionar sobre la necesidad de elegir tratamientos más cortos en estos pacientes.  También Park2, en una revisión sistemática de 2017, sobre pacientes tratados al final de su vida, sugiere el beneficio de fraccionamientos más cortos, o incluso sesiones únicas, especialmente para pacientes con mal performance status.

Por ello quizás los regímenes de tratamiento con radioterapia deben de ser revisados, para facilitar la concordancia entre el beneficio sintomático y el beneficio en calidad de vida para el paciente y sus familiares, principalmente en pacientes con corta expectativa de vida.

Mención aparte requieren aquellos pacientes oncológicos que durante su evolución o como primera manifestación de su enfermedad presentan una complicación aguda que precisan de nuestra actuación preferente.  Son las tres “urgencias” que se pueden presentar en un Servicio de Oncología Radioterápica: el sangrado, la compresión medular y el Síndrome de vena cava superior.  En el presente capítulo revisaremos, a través de casos clínicos y su posterior desarrollo, con que evidencia contamos para su manejo.

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